lunes, 23 de febrero de 2009

Si me respiras...






Si me escondes del mundo,
prometo ser,
al atardecer bolero.


Si me entrañas en tu mirada selvática,
juro ceñirme a esa espalda infinita
rodando cada caricia,
trenzando con los hilos de la ternura,
nuestro manto de complicidad.

Si encuentras mi plumaje extraviado,
me arriesgo a sitiarme en tu regazo
hasta que se cumpla el pacto de sangre,
del corazón con única cadencia

Mi brújula tan sólo sabe de ti
No conoce más estrellas que tu voz.


Si destierras la niebla,
me vestiré de oasis
en la dunas de tu cuerpo.

Si hallas el antídoto a mi lamento,
conquistaré el verde que nace tras la arena
seré la brisa tibia,
del infierno en el desierto.

Si me naces de nuevo…

seremos ese aire,
tacto de cielo.





Acepto el reto,
rodéame de agua y volcanes.

jueves, 19 de febrero de 2009

Enmudecer




Grandpa`s violin. Yuki kijura


No es sencillo acallar este silencio
que regresa áspero a mi voz.
Ese halo fantasmagórico
que me derrota impasible….

La razón permanece atrincherada,
sin opción de batalla…
ni víveres para el sustento
Mientras… mi pupila opaca y vacía
desfigura el escaso juicio que aún poseo.

A mi paso,
creo entorpecer el giro del mundo
difuminando arco iris,
marchitando sonrisas,
desvaneciendo estrellas…

… se me escapa el aliento...

... ausencia de luz...



Tal vez sea...

que hoy perdí de nuevo las alas

martes, 10 de febrero de 2009

Plástico Maldito




Adagio - Secret Garden





De vuelta a casa, hielo urbano. Se quiebran mis huesos, me hormiguean las manos, mi nariz se tiñe de rojo junto con mis mejillas. Acelero el paso, casi sin darme cuenta del tiempo. Hace tanto frío...
Cargada de bolsas pesadas e innecesarias. Por la travesía las gentes han salido con su fondo de armario al completo: abrigos enormes, bufandas de lana, guantes de piel… Hay restos de lluvia en la calzada, empezando a escarcharse.

En una escalinata de la plaza catedralicia, me encuentro, puntualmente con esas almas de la calle, que acuden a su cita, cada atardecer. Son unos cinco, a veces seis hombres, y un terrier juguetón y escuálido. Hablan a gritos de la indecencia del mundo, del precio desorbitado de la cocaína, de sus dedos cianóticos tras pasar la noche a la intemperie, de la muerte de Javi tras una reyerta en Madrid.

Entre ellos, llama mi atención, irremediablemente aquel hombre rubio, callado. No debe de tener más de treinta años, le conozco desde hace meses. Pero hacía tiempo que no nos encontrábamos en aquel distrito.

Él acudía todas las noches al mismo y sombrío lugar en busca de un refugio para su sueño. Irónicamente, se resguardaba, bajo el pórtico de una agencia de viajes, supongo, que es lo más cerca que ha estado, de conocer el otro mundo que perdió sin darse cuenta. Como único abrigo: una manta apolillada, y una bolsa con cantidades ingentes de pegamento. Nunca tuve valor para acercarme, quizá por ello, su imagen se me clavó tanto.

Llevará en la calle mil o dos mil años, tantos como lleva perteneciendo a ese grupo de las escaleras. Sin embargo él no habla casi nunca. En su rostro se ha paralizado el tiempo, en su pupila de plástico azul, se ha adherido la bolsa en la que esnifa partículas para no extraviar, la poca vida que aún le pertenece.

Esos retales opacos y magullados que quedan cuando no queda nada.

Debido a su adicción sus movimientos son casi parkinsonianos, convulsiona a mil revoluciones por minuto. Tiene la mirada perdida. Y en su cara se advierten antiguas cicatrices, nuevas heridas sin antiséptico ni cariño.
Esa secuela a veces se torna leve, como si acunara los pocos latidos que sustentan su vida. El vaivén sin mecedora, baila su cabello rubio, dando un ápice de luz fugaz ante sus compañeros.

Me dirijo calle arriba, y casi sin darme cuenta… me quedo absorta contemplando a ese hombre, no puedo apartar la vista. Él abandona su eterno autismo, y me apuñala con su mirada:


- "¿Qué quieres loca?"
- "Dejar de sufrir al verte" – pensé.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Hay...





Aliméntame con el néctar de tus flores.

Mece la crisálida que tantas veces me cuida
que tantas horas me ahoga,
sumérgete en ella,
nazcamos juntos
…con alas

Viajemos por este otoño metálico y frenético.

No te alarmes
si crujen las hojas al compás del paso,
Vuélvete tierra húmeda,
fragancia lloviendo en invierno.

Sé ese niño travieso
que dulcifica la tierra con nieve serena
Como azúcar fresco recién caído del cielo de tu regazo.
Auxiliando el mundo
a la espera de la primavera.

Píntame la piel con
con la imagen de tu pupila,
amanece mi alma.

¡Créame!
Reinventa mi vida
con los matices que contempla
el mar de tus ojos,
ese influjo de mi marea.


... hay un boceto en mi espalda,
susurrando a la espera de colores.

...y en mi vientre una partitura
implorando las yemas de tus dedos.