viernes, 28 de noviembre de 2008

Silencio

Sin ti…
Mi silencio es un arlequín alquilado,
En una esquina de la plaza de San Pedro,
Una lágrima de manzana fugaz.







Contigo…
Mi silencio es,
Callar rea de tu voz,
Ebria de tus palabras silentes.

Mi silencio es,
Una habitación a media luz,
Cuerpos sin piel,
A tientas.

Mi silencio es,
El dulce naufragio
En el verde y madera de tus ojos,
Y mis ojos en tu espalda
Y en tu cintura mis brazos.

Mi silencio es,
La noche de tu pelo,
Los dedos fundidos en tus mejillas.

Mi silencio es,
El mágico refugio
De un suspiro en mi nuca

Mi silencio es,
La flor que acuna mis curvas,
Un sentimiento salvaje,
De lucha concedida

Mi silencio es,
Nuestro hayedo inmenso,
Sus colores de otoño.

Mi silencio.
Tu silencio.

Esa mano transparente,
Que acaricia sonrisas,
Que traza escalofríos al verte.

Ese duende travieso,
Dibujando cosquillas en mi mente

sábado, 22 de noviembre de 2008

La extraña pareja


Varios días sin verles, me sentí extrañamente preocupada, ¿A qué se debía su ausencia? ¿Algo había sucedido?
Son ya varios meses observando su paseo de atardecer y el que no acudan a nuestra cita (aunque ellos lo desconozcan) me alarma.
… pero ayer volvieron en mi vida, en la calle de siempre, recuperé el aliento.

Les observé durante el horario habitual, iluminando esa vía que tantas tardes desgastaban.
Como todos los días desde que descubrí a la pareja, sus manos cruzadas y acariciándose, mano derecha del hombre e izquierda de la mujer.
Se dirigían en la misma y eterna dirección, y les seguí, de nuevo con la mirada y mil latidos.

La pareja de octogenarios es, tal vez, la pareja más linda que haya espiado en mucho tiempo.

Él llevaba el tabardo azul cielo, y puede que debajo, un jersey de lana azul o granate; pantalones de tergal gris marengo y las botas de invierno, rancias.
Ella, el abrigo beige, encima de una chaqueta negra, y camisa blanca. La falda de pata de gallo y los zapatos de ir a caminar.

Alguien conocido interrumpió el ritual, e iniciaron una conversación. Observé sus rostros maduros. La tez era morena en ambos, quizá de trabajar en sector terciario, o tal vez, de tanto paseo.
Ella llevaba unas gafas enormes de pasta marrón, y en ellas, su marido se reflejaba hablando. Palabras banales… creo que la eterna mujer, no escuchaba, solo admiraba el rostro de aquel hombre veterano de la vida.

Jugueteaba con los dedos de su marido, a escondidas del resto de los viandantes, pero no de mi supervisión.

Sus ojos me hablaron de años duros, muy duros, en los que hasta las sirenas habían empeñado su mitad marina. Y me decían lo mucho que habían pasado tras su primer encuentro. Aquel día en que se hizo un paréntesis del hambre y represión, para amarse a escondidas y sin pedir permiso. Puede que ella emigrara a otros países para sobrevivir, puede que la humillaran, pero todo era leve cuando las despedidas se cronifican.

Sus espaldas cargadas de años, un par de centímetros de menos en su estatura, seguía su vida, como si la historia no hubiera dado aún con ellos para maltratarles sin piedad.
El conocido liberó a mis amantes, y prosiguieron, se alejaban de mí, y de “nuestro” paseo particular.

¿Cómo pedirles que se quedaran conmigo? ¿Cómo les ruego que permanezcan en mi mirada?

Cómo se suplica a dos desconocidos que no se escondan en su otoño para aliviar mi miedo …
Cómo les explico que verles es menester de mi existencia.

El frío de la ciudad, les hará permanecer quietos en su hogar,
lejano.
Y al no poder vigilarles,
temo que el tiempo pare sus respiraciones,
temo que el invierno llegue a sus cuerpos,
y rompan nuestro ritual, la próxima primavera

miércoles, 19 de noviembre de 2008

...

Seres repulsivos, inertes.
Mezclan su sudor y fluidos
Con la mirada tóxica y la piel escamada.
Asesinan la ternura
Rompen la inocencia
El hielo es su alma,
Y su vida, acabará en infierno.
Se incendiarán con las fétidas llamas
Sus ardores depravados
En su cabeza explotarán
Cada una de las imágenes
Que quebraron muñecos y sonrisas.
Y no tendré ni un ápice de compasión
Porque no creo que sean humanos
Tolerancia Cero


¿Es necesario que diga algo más?
Tan sólo convocaros para gritar:
¡BASTA!

domingo, 16 de noviembre de 2008

La Siesta


Sh…
Silencio
Paren la maquinaria del mundo.
Mi rey duerme,
descolocado entre mi regazo y mis piernas.

Callad habitantes, siquiera un paso leve

El perfil sereno, griego, perfecto
Tus pulmones oxigenando
Tu inspiración, mi espiración

¡Qué cese el giro del planeta!
¡Que el mundo tome ritmo de cuna!

Os lo ruego…
parad los océanos, las fábricas.
Que bailen los dioses al ritmo de su sueño

… si hemos de retomar la tarde
...ya despierto yo,
a mi angel moreno.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Segunda Confesión

Anónimo dijo...
Me has hecho comprender mejor lo que le ocurre a mi hermana pequeña. Al igual que tú tiene un don especial para reflejar sentimientos por medio de unas pocas palabras Todo el que la conoce ve en ella una linda muñequita de cuerpecito perfecto Todos menos ella misma y es una lástima porque es tan bonita ... que hasta su sobrino de 5 años está enamorado de ella

Anónimo dijo...
Me he marchado sin despedirme, no es mi estilo.Gracias por todo lo que me has enseñado. Buscaré las alas más hermosas para tí, mi niña linda Besos Hasta pronto


Queridos cómplices, leer las palabras de este anónimo, me ha resultado tan duro…

Confieso, que estos comentarios de mi hermana, han hecho que me emocione muchísimo. Ella conoce desde hace unos años mi problema, pero no debe de ser fácil leer lo que sale directamente del alma de su pequeña.
Hace un tiempo, le hablé de este “Diario”. Es mi hermana, y sin embargo me resulta tremendamente difícil expresarme así con ella. En realidad, siempre he demostrado mejor y me he dado a entender con palabras escritas, el cara a cara a veces hiere.
Quizá mi anterior entrada pudo malinterpretarse, y quisiera explicarme, sobre todo por ella. A mi tampoco me gustaría verla sufrir así. Siempre me dice que el no ver, la daña.

Estoy cansada que querer y no poder, de saber qué pasos tengo que seguir, dónde acudir… pero es que el miedo me paraliza. Me rompe.

Me siento como un ser despreciable, que no merece nada, siento que yo me he buscado el padecer bulimia. A veces creo que merezco, la tristeza y la desesperanza que se unen a mi trastorno alimentario. Y aunque desde mi pequeño porcentaje de coherencia, sé que es una enfermedad con solución, sigo siendo mi propia víctima.
Necesito salir de esta “Dhanaev” y verme y reaccionar de veras, no de intención. Sobre todo para esa gente que me quiere y me soporta.
Me gustaría tener esos ojos de miel de “Motota”, durante una milésima de segundo, puede que entonces comenzara a luchar de veras por vivir. Porque esta enfermedad me está asesinando lentamente, lo sé. Me está carcomiendo, y se está llevando muchos momentos de mi vida.
La comida, tan sólo es una excusa. Sé que tengo una tremenda falta de autoestima, entre otras muchas cosas. No me voy a autodiagnosticar, se que para ello hay profesionales, pero…
Me siento como una “bruja del medievo” lista para la hoguera cuando quiero pedir ayuda. A pesar de trabajar en el ámbito sanitario, soy yo la primera que me margino.

En fin, solo quería contaros eso, me gustaría acabar con esa “Dhanaev” que no puede pedir ayuda, no con mi vida.


… y encontrar en mí el interruptor que diga:
“Coloque aquí sus alas”




domingo, 9 de noviembre de 2008

Confesión


Hoy me descubro y me desnudo antes ustedes mis cómplices.

Me declaro culpable de desear desaparecer, ayer pensé en un giro brusco del coche, un final para mi absoluta tristeza. Han pasado muchas guerras desde mi último pensamiento tóxico. Pero nunca seré lo suficientemente valiente o loca.

Soy culpable de querer sobrevivir y carecer de fuerzas, de disolver los medios, de obviar mis metas.
Apenas 27 años, y mi corazón ya tiene canas y achaques. Y esta lágrima indecente que asoma a diario a mi particular visión del mundo.


Como diría un viejo amigo, no soy recomendable, provoqué accidentes en almas rotas. Comenzando por la mía y acabando con lo cercano.

Cierro mis oídos a mis sueños nocturnos, hace días que despedí a mi ángel de la guarda, no hacía bien su trabajo, no logró arrancarme estas espinas de la garganta.

Tengo miedo, de ese ser taciturno y vacío que se me presenta frente al espejo ¿En qué me he convertido?
No quiero dañar ni ser dañada, pero como animal salvaje estoy al acecho de modo impasible. Y no escucho sólo actúo, y me asesino lentamente.

Persiste la afonía de hace unos meses.

Me pregunto quién me robó las salidas.

Me aterra abandonar mi cuerpo y verme desde fuera, desde ese punto de vista objetivo que tanto duele.
¿Qué será de mí, si hoy me veo muerta?
¿Qué será de este corazón tardío?
¿ y el sabor amargo de la sangre sin oxígeno?

Las manos suplicando ayuda.
Mis suspiros, isquémicos.

martes, 4 de noviembre de 2008

Reloj Roto



Incesante mi búsqueda de un tiempo flexible.
La utopía de jugar a suplantar a Cronos.
Inocencia rota cuando mi edad suponía una sola cifra.
Presiento y siento edad de hielo en mi día…

Y ruego me perdonen éste, mi desvarío parco en palabras.