sábado, 22 de noviembre de 2008

La extraña pareja


Varios días sin verles, me sentí extrañamente preocupada, ¿A qué se debía su ausencia? ¿Algo había sucedido?
Son ya varios meses observando su paseo de atardecer y el que no acudan a nuestra cita (aunque ellos lo desconozcan) me alarma.
… pero ayer volvieron en mi vida, en la calle de siempre, recuperé el aliento.

Les observé durante el horario habitual, iluminando esa vía que tantas tardes desgastaban.
Como todos los días desde que descubrí a la pareja, sus manos cruzadas y acariciándose, mano derecha del hombre e izquierda de la mujer.
Se dirigían en la misma y eterna dirección, y les seguí, de nuevo con la mirada y mil latidos.

La pareja de octogenarios es, tal vez, la pareja más linda que haya espiado en mucho tiempo.

Él llevaba el tabardo azul cielo, y puede que debajo, un jersey de lana azul o granate; pantalones de tergal gris marengo y las botas de invierno, rancias.
Ella, el abrigo beige, encima de una chaqueta negra, y camisa blanca. La falda de pata de gallo y los zapatos de ir a caminar.

Alguien conocido interrumpió el ritual, e iniciaron una conversación. Observé sus rostros maduros. La tez era morena en ambos, quizá de trabajar en sector terciario, o tal vez, de tanto paseo.
Ella llevaba unas gafas enormes de pasta marrón, y en ellas, su marido se reflejaba hablando. Palabras banales… creo que la eterna mujer, no escuchaba, solo admiraba el rostro de aquel hombre veterano de la vida.

Jugueteaba con los dedos de su marido, a escondidas del resto de los viandantes, pero no de mi supervisión.

Sus ojos me hablaron de años duros, muy duros, en los que hasta las sirenas habían empeñado su mitad marina. Y me decían lo mucho que habían pasado tras su primer encuentro. Aquel día en que se hizo un paréntesis del hambre y represión, para amarse a escondidas y sin pedir permiso. Puede que ella emigrara a otros países para sobrevivir, puede que la humillaran, pero todo era leve cuando las despedidas se cronifican.

Sus espaldas cargadas de años, un par de centímetros de menos en su estatura, seguía su vida, como si la historia no hubiera dado aún con ellos para maltratarles sin piedad.
El conocido liberó a mis amantes, y prosiguieron, se alejaban de mí, y de “nuestro” paseo particular.

¿Cómo pedirles que se quedaran conmigo? ¿Cómo les ruego que permanezcan en mi mirada?

Cómo se suplica a dos desconocidos que no se escondan en su otoño para aliviar mi miedo …
Cómo les explico que verles es menester de mi existencia.

El frío de la ciudad, les hará permanecer quietos en su hogar,
lejano.
Y al no poder vigilarles,
temo que el tiempo pare sus respiraciones,
temo que el invierno llegue a sus cuerpos,
y rompan nuestro ritual, la próxima primavera

9 comentarios:

Gabiprog dijo...

Hay 'rutinas' que aunque parezca increible salpican vida.

Me has recordado a un 'abuelo' apostado en un balcón que siempre saluda a mi hija con un silbato cada vez que ella volvia del colegio... y ella respondiendo con un peculiar sonido...

Buen fin de semana.

My dijo...

ay.. niña..
qué bonita eres.

exprimir la vida y saborear la felicidad de esa manera es algo que me encanta descubrir en la gente.

qué bonito que puedas verlos cada dia.. que se detengan en el encuadre de tu mirada.. que puedas cuidarles desde lejos y darles tu calor..

anidarán en tus años un dia tras otro aunque sólo puedas anudarte en su recuerdo.

gracias por tus palabras en mi rincón..... me hace tanto bien leer lo que me escribes..
eres un cielo.

un abrazo guapa.

Anónimo dijo...

Danah hermosa...con tus alas nos das luz a tod@s.

¿Sabes? Una vez, volviendo en tren desde Santiago de Compostela, ví a una pareja de ancianos...Estaban sentados uno enfrente de otro y tenían aspecto de trabajar en el campo. Ella reposaba los pies en el regazo de él, y él con sus manos callosas y arrugadas acariciaba esos pies también callosos y también arrugados. Nunca se me va a olvidar esa imagen.

Tal vez algún día nosotras deamos esa viejecita (acompañada o no) que una joven observa sin ser vista...

Un besin.

Unknown dijo...

Oooohhhh... qué ternura desprende este texto, qué sana envidia provoca, cuánta gente venderíamos nuestra alma al diablo por saber que llegaremos a la vejez enamorados y acompañados... y de qué manera tan bella lo has contado.

Un besazo.

Inés dijo...

buenos dias!

lo que has escrito es realmente bello, porque ves con los ojos del amor, del respeto, sabes ver lo que hubo y lo que sigue permaneciendo, belleza no sólo es la juventud, belleza es el amor sin edad, el equilibrio entre el espacio y el tiempo,..

es maravilloso esto que escribes "..Cómo se suplica a dos desconocidos que no se escondan en su otoño para aliviar mi miedo …
Cómo les explico que verles es menester de mi existencia."

enhorabuena por plasmar tu sensibilidad, gracias por tener la mirada de niña y por compartirla, yo te pido que sigas así,

besos y que pases un buen domingo
gracias por tu visita a mi blog, vuelve cuando quieras

TEA CUP CLUB dijo...

como eres de linda mi niña querida.

Te dejo una tacita de te y te invito a pasar a nuestro blog, he dejado algo para que puedas participar. Eres una de las personas que ha dejado huella en nuestro blog y corazones.

Terroncitos de amor y amistad para ti de parte de todas estas tacitas de te, que poco a poco han llegado a tocar el corazon de muchas de ustedes.

Veronica Villatoro
Fundadora Internacional

Nel dijo...

Me has conmovido.
Es pura ternura.
Gracias.

Ahora me iré a dormir con un bello recuerdo...

Nel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Que bella manera de contar.

Me encanta ser observador de historias ajenas, aunque yo nunca quise ser participe de ellas.